Si hay un experto en resurrecciones es Zinedine Zidane, casi tanto como el propio Real Madrid. Si se juntan ambos elementos futbolísticos en la ecuación, suceden cosas como la de esta tarde en Barcelona: que un equipo vapuleado en su casa por -atención- el Cádiz y el Shakhtar sea capaz pocos días después de golear en un clásico a domicilio. Sigue el francés sin perder como entrenador en el estadio de su gran rival. Como jugador allí sólo cayó una vez.
Un 1-3 con miga, nada fácil, que le tocó trabajar mucho al campeón de Liga, a pesar de empezar muy bien. El Madrid, en los tiempos de Messi, está harto de ver cómo se le van los clásicos en el Bernabéu cuando su rival marca primero. El miedo atenaza entonces al equipo y a la hinchada, que de repente ve más cerca la goleada azulgrana que la remontada.
El tanto de Valverde, a los cinco minutos, dio esta vez a los blancos la oportunidad de generar pánico en el Camp Nou, en este clásico raro sin público. Pero la ventaja le duró un parpadeo. Un metro de más a Messi, su clásico pase en profundidad y perfecto para Jordi Alba y centro al área del carrilero para el remate de Ansu Fati. De la euforia a la frustración en un momento, dándole más gasolina su gol al Barça que al contrario. El intercambio de golpes inmediato, Courtois y Neto evitaron problemas mayores para los suyos.