El futbolista aragonés Carlos Javier, del Tarazona, entrena desde el salón de su casa.

Pendientes de conocer en qué queda finalmente el incesante baile de fechas propuestas para resolver las diferentes competiciones, miles de futbolistas semiprofesionales continúan entrenándose desde sus casas para mantener, en la medida de lo posible, un óptimo estado de forma. A diferencia de los jugadores de Primera y Segunda División, ellos no cuentan con jardines ni amplias habitaciones equipadas con máquinas y cintas de correr. Sus principales recursos, además del asesoramiento de diferentes profesionales, son el ingenio, las ganas y la fuerza de voluntad.

El anuncio de Pedro Sánchez de permitir la actividad deportiva de forma individual en la calle significa un balón de oxígeno para todos ellos. Supone, en cierto modo, una liberación, después de varias semanas entrenando, literalmente, con lo primero que tenían en sus domicilios: garrafas llenas de agua, mochilas con libros, mesas, sillas… incluso tablas de planchar.

«Tenemos marcado para todos los días un trabajo de movilidad, core y control de la cadera. Además, trabajamos sesiones de tren inferior con sentadillas, saltos… y también sesiones para el tren superior. Completo mi entrenamiento con trabajo adaptado con el rodillo, con una duración de entre una hora y hora y media, en el que hago cambios de intensidad hasta llegar a determinadas frecuencias cardiacas», explica Carlos Javier Rodríguez, mediocentro del Tarazona, conjunto líder en el grupo aragonés de Tercera División.